Resumen de El Principito por capítulos
La historia del Principito es narrada por el Aviador, un adulto que enfrenta dificultades para comunicarse con sus contemporáneos. Durante un vuelo en solitario, su avión experimenta una avería y se ve obligado a aterrizar de emergencia en el desierto del Sahara. Es en este lugar donde tiene un encuentro inesperado con el Principito, un niño proveniente de otro planeta, notablemente pequeño, con solo tres volcanes, baobabs enanos y una única flor. El Principito le pide al Aviador que le dibuje un cordero para llevarlo a su mundo.
A medida que avanza la amistad entre el Aviador y el Principito, este último comparte la historia de su vida solitaria y melancólica antes de conocer a la Flor, una flor hermosa pero con dificultades para expresar sinceramente su amor por él. Lleno de dudas sobre el verdadero amor de la flor, el Principito decide abandonar su asteroide y emprender un viaje a través de diversos mundos habitados por personajes singulares como el rey, el vanidoso, el bebedor, el farolero y el geógrafo.
Finalmente, llega a la Tierra, donde entabla relaciones con la serpiente y el zorro, este último enseñándole una lección vital: «solo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos». Después de sus aventuras, el Principito regresa al desierto del Sahara para reunirse con el Aviador y compartir sus experiencias. Sin embargo, cuando el Aviador logra reparar su avión para partir, el Principito es mordido por la serpiente, la única forma que tiene de regresar a su planeta y cuidar de su flor.
Al final, el Aviador se da cuenta de que, aunque el Principito se llevó el dibujo del cordero, olvidó llevarse un bozal para sujetarlo. Esta omisión deja al Aviador con la duda de si el cordero podría o no comerse a la flor. Por último, el Aviador insta a los lectores a informarle si el Principito alguna vez regresa a la Tierra, dejando la historia abierta a la posibilidad de nuevos encuentros y aventuras.
Personajes
El Aviador: Un adulto que se siente incómodo en la compañía de sus contemporáneos y prefiere explorar el mundo en su avión, evitando así el contacto con las personas mayores.
El Principito: Habitante solitario de un pequeño asteroide, cuyas mayores alegrías son contemplar las puestas de sol, cuidar de su árbol baobab y limpiar los cráteres de dos diminutos volcanes. Su vida tranquila se ve alterada por la llegada de la Flor, quien lo ama, pero con quien inicialmente tiene dificultades para entenderse.
La Flor: Una rosa hermosa con una personalidad encantadora, aunque también orgullosa y algo egoísta, que anhela la dedicación exclusiva del Principito.
El rey: Un personaje ávido de poder, cuya relación con las personas y las cosas se basa en su deseo de dominio, lo que lo lleva a la total soledad.
El vanidoso: Ansía el reconocimiento y la admiración, sin importar si estas son sinceras o vacías. Sin embargo, al final, se queda solo y aún más hambriento de elogios.
El bebedor: Utiliza el alcohol para escapar de su vergüenza por beber, simbolizando quizás la entrega al vicio por miedo o falta de autocontrol.
El hombre de negocios: Obsesionado con los cálculos económicos sobre las estrellas, descuida su salud y vida emocional en pos del beneficio material.
El farolero: Enciende las estrellas, cumpliendo su deber sin reflexionar sobre su significado. Aunque útil para otros, sus acciones carecen de trascendencia personal.
El geógrafo: Un erudito dedicado al conocimiento por sí mismo, sin considerar su aplicación práctica, reflejando la obsesión por la ciencia sin entender su propósito humano.
El zorro: Inicialmente egoísta, pero capaz de amar y aprender. Decide ser amigo del Principito y abandona su naturaleza salvaje para ser «domesticado», compartiendo la sabiduría de que «lo esencial es invisible a los ojos».
La serpiente: El personaje más enigmático, capaz de llevar al Principito de vuelta a su mundo mediante un sacrificio terrible, desafiando las nociones de bien y mal.
El guardavía: Regula el transporte de pasajeros en los trenes.
El comerciante: Vende píldoras para suprimir la sed, presentándolas como útiles para ahorrar tiempo al evitar la necesidad de beber.
capítulo 1
La historia comienza con los recuerdos del Aviador, quien actúa como el narrador principal de la historia. Desde su infancia, el Aviador ha sentido que no encaja en el mundo formal y pragmático creado por los adultos que lo rodean. Sus percepciones difieren de las de los demás: mientras él veía un elefante dentro de una serpiente, los demás solo veían un sombrero.
II
Cuando ya es adulto, el Aviador prefiere pasar largas horas surcando los cielos en su avión en lugar de buscar la compañía de sus contemporáneos. En una de estas travesías aéreas, su aeronave sufre un desperfecto y se ve forzado a realizar un aterrizaje de emergencia en el árido desierto del Sahara. Es allí donde su camino se cruza con el del enigmático Principito.
El Principito es un niño de aproximadamente ocho años, de cabello rubio y vestido con atuendos que reflejan su origen. Al entablar amistad con el Aviador, le solicita que le dibuje un cordero. Aunque el Aviador duda de sus habilidades artísticas, decide intentarlo y recrea el dibujo del elefante dentro de la serpiente que imaginó en su niñez, un dibujo que resulta reconocido por el Principito. Sin embargo, el joven insiste en que le haga un dibujo de un cordero. Después de varios intentos fallidos, el Aviador dibuja una caja con agujeros y le asegura al Principito que el cordero se encuentra dentro de ella. Aceptando el dibujo, el Principito lo guarda consigo.
III
Mientras el Aviador se ocupa en reparar su aeronave, recibe las recurrentes visitas del Principito, quien poco a poco devela los misterios de su origen. Este pequeño viajero espacial le confiesa al Aviador que procede de un planeta diminuto, describiéndolo como un lugar de dimensiones ínfimas en comparación con la vastedad del universo.
IV
El Aviador identifica el planeta del Principito como el asteroide B 612, una designación que, según él, está destinada a satisfacer la mentalidad pragmática de las personas mayores, que tienden a valorar la validez de las cosas a través de cifras y datos concretos. Al mencionar el número del asteroide, el Aviador pretende respaldar la autenticidad de la existencia del planeta del Principito.
V
El Principito comparte con el Aviador una peculiaridad de su planeta: la presencia de baobabs, árboles que en la Tierra alcanzan dimensiones colosales pero que en su mundo se presentan como simples arbustos. Esta revelación es esencial, ya que el Principito explica que necesita un cordero para que se coma las hojas de los baobabs y así evitar que estos árboles, si no son controlados, destruyan su planeta.
VI
El Aviador rememora otros rasgos destacados de la personalidad del Principito, como su constante sensación de soledad, su profunda melancolía y su particular afición por contemplar las puestas de sol, especialmente en los momentos en que se encuentra abrumado por la tristeza.
VII
El Principito expresa su inquietud acerca de la alimentación de los corderos, especialmente sobre si además de arbustos, pueden consumir flores. El Aviador, abrumado por la tarea de reparar su avión, responde con irritación ante estas preguntas. Esta reacción provoca la indignación del Principito, quien lo compara con las personas mayores, criticando su falta de interés en el destino de las flores y su conexión con los corderos. La frustración del Principito culmina en lágrimas.
VIII
El Principito comparte con el Aviador la existencia en su planeta de una flor extraordinaria, hermosa pero también vanidosa y orgullosa. Esta flor despierta el amor ingenuo del Principito, pero al mismo tiempo lo perturba, llenando su corazón de dudas sobre sus sentimientos hacia ella.
IX
El Principito toma la decisión de abandonar su planeta y aprovecha el vuelo de una bandada de pájaros para emprender su viaje hacia nuevos horizontes. Antes de partir, realiza las últimas tareas en su pequeño mundo: limpia los volcanes, poda los baobabs y se despide de la flor. En un emotivo encuentro, la flor le expresa su amor y le pide disculpas por no haberse hecho entender antes, al tiempo que le reprocha al Principito su propia ingenuidad. A pesar de sus diferencias, la flor ruega al Principito que parta sin presenciar su tristeza, apurándolo a emprender su viaje sin demora.
X
El Principito emprende un periplo por otros asteroides, y su primer destino lo lleva a uno habitado por un rey. Este monarca, a pesar de ostentar un gran poder aparente, carece de súbditos sobre los cuales ejercerlo. A pesar de la invitación del rey para quedarse, el Principito decide proseguir con su viaje hacia nuevos destinos.
XI
El siguiente destino del Principito lo lleva a un planeta habitado por un vanidoso obsesionado con recibir aclamaciones y admiración. Sin embargo, el Principito cuestiona la razón detrás de este deseo de ser admirado, pero no recibe una respuesta clara antes de continuar su viaje hacia nuevos horizontes.
XII
El Principito prosigue su viaje y llega a otro planeta, donde se encuentra con un bebedor. Este personaje peculiar consume alcohol para escapar de la vergüenza que siente al beber, una contradicción que desconcierta al Principito. La escena ofrece una reflexión sobre las paradojas y debilidades humanas en este universo singular que el niño visita en su travesía.
XIII
En su travesía, el Principito llega a un planeta gobernado por un hombre de negocios, cuya obsesión es comerciar con las estrellas. Este individuo las cuenta, registra y pretende poseerlas, sin darse cuenta de que estas acciones no tienen utilidad alguna para las propias estrellas. La interacción entre el niño y el hombre de negocios resalta la crítica hacia la obsesión por el poder y la posesión, mostrando la falta de conexión entre las ambiciones terrenales y las verdaderas necesidades del universo.
XIV
En su viaje, el Principito arriba a un planeta gobernado por un farolero, cuya tarea consiste en encender y apagar velozmente su farol. Este ritmo frenético se debe a la rápida rotación de su planeta. A pesar de su deber monótono, el Principito siente cierto pesar al despedirse, ya que le inspira simpatía este hombre que cumple con su tarea sin cuestionarla. Al mismo tiempo, lamenta la imposibilidad de presenciar las sucesivas puestas de sol que ocurren en aquel mundo, revelando así la apreciación del niño por la belleza y la calma en contraste con la rutina mecánica del farolero.
XV
El Principito alcanza el sexto planeta, donde encuentra a un geógrafo inmerso en su mundo de mapas y libros. Al creer que el Principito es un explorador, el geógrafo ansía conocer detalles y noticias de su mundo. Cuando el niño le menciona a la flor, el geógrafo le revela la efímera naturaleza de las flores, señalando que están destinadas a desaparecer. Esta revelación provoca un quien se siente culpable por haber dejado sola a su amada flor. sentimiento de remordimiento en el Principito,
XVI
Al fin, el Principito alcanza la Tierra, un mundo rebosante de seres humanos. Aquí, se sorprende al observar el meticuloso trabajo de los faroleros, quienes, de manera coordinada, encienden y apagan los faroles en todos los continentes. Este encuentro con la actividad humana marca un contraste notable con los mundos solitarios y singulares que ha visitado hasta ahora.
XVII
Se detallan algunas cifras sobre la población de la Tierra, revelando que en realidad todos podrían caber en una isla. El Principito, al llegar a África, se sorprende por la cantidad de gente, y se encuentra con una serpiente que habla de manera enigmática. Esta le asegura al Principito que, a pesar de su apariencia modesta, posee un poder significativo y puede ayudarlo a regresar a su planeta.
Capítulo XVIII: El Principito y la Flor
En su viaje, el Principito se encuentra con una flor solitaria y decide entablar conversación con ella. Intrigado por el mundo de los hombres, el Principito le pregunta a la flor sobre su percepción de la humanidad. La flor, que ha vivido toda su existencia en soledad, revela que solo ha visto a seis o siete hombres en su vida. Desde su punto de vista, los hombres parecen vivir en una constante incomodidad debido a su falta de raíces.
Capítulo XIX: El Eco de la Montaña y la Reflexión del Principito
Mientras el Principito escalaba una majestuosa montaña, su atención fue capturada por un fenómeno que despertó su curiosidad: el eco resonante de sus propias palabras. Fascinado por esta manifestación natural, el Principito se detuvo a reflexionar sobre el significado más profundo detrás de este eco repetitivo.
Contemplando la repetición de sus propias palabras en el eco de la montaña, el Principito comenzó a cuestionar la originalidad de los hombres. Se preguntaba si, al igual que el eco que simplemente repite lo que escucha, los seres humanos también estaban destinados a repetir patrones de comportamiento y pensamiento sin una verdadera creatividad o innovación. Esta reflexión lo llevó a explorar la naturaleza misma de la individualidad y la creatividad en el mundo humano.
En su mente inquisitiva, el Principito se preguntaba si los hombres, al igual que el eco, estaban limitados por la falta de originalidad y la repetición constante de las mismas ideas y acciones. Se preguntaba si esta falta de autenticidad era una característica inherente de la condición humana o simplemente el resultado de las circunstancias y el entorno en el que vivían los hombres.
A medida que el Principito continuaba contemplando el eco de la montaña, se daba cuenta de que la respuesta a sus preguntas residía en la capacidad de cada individuo para trascender las limitaciones impuestas por la repetición y la falta de originalidad. Reconoció que, aunque el eco pudiera repetir sus palabras sin fin, los seres humanos tenían el poder de romper este ciclo y crear algo nuevo y único en sus vidas.
Así, mientras el Principito continuaba su viaje, llevaba consigo la lección aprendida en la montaña: la importancia de la originalidad y la creatividad en la búsqueda de un significado más profundo en la vida humana.
Capítulo XX: El Jardín de Rosas y la Revelación del Principito
Al llegar al final de un camino, el Principito se encuentra ante un hermoso jardín repleto de rosas. En ese momento, una sorpresa desgarradora aguarda su descubrimiento. Se da cuenta de que la flor que dejó en su pequeño planeta no era única como él había creído, sino simplemente una más entre las muchas rosas que existen en el universo. Este revelador encuentro lo sumerge en una profunda tristeza.
Capítulo XXI: El Encuentro con el Zorro y la Lección del Corazón
Finalmente, el Principito se encuentra con un zorro que, al igual que él, busca un amigo con quien establecer un vínculo significativo. Juntos, emprenden un camino hacia la amistad. Durante este proceso, el Principito descubre el verdadero valor de su flor. Sin embargo, su tiempo juntos llega a su fin cuando el zorro le revela un secreto profundo: «sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos».
Capítulo XXII: El Encuentro con el Guardavía y la Reflexión sobre el Movimiento
En su camino, el Principito se encuentra con un guardavía, un hombre cuya tarea diaria implica organizar a los pasajeros y asegurarse de que aborden los trenes correctamente. A pesar de la meticulosidad con la que lleva a cabo su labor, el guardavía parece carecer de comprensión sobre las motivaciones que llevan a las personas a desplazarse tan rápidamente de un lugar a otro.
Para el Principito, este encuentro suscita preguntas sobre la naturaleza misma del movimiento humano. ¿Por qué la gente está tan ansiosa por viajar de un lugar a otro sin cesar? ¿Qué es lo que buscan o esperan encontrar en esos desplazamientos? Estas interrogantes se suman a las reflexiones del Principito sobre la sociedad y el comportamiento humano.
Capítulo XXIII: El Encuentro con el Comerciante de Píldoras contra la Sed
En su travesía, el Principito se topa con un comerciante que vende píldoras diseñadas para evitar la sed. Para el comerciante, estas píldoras representan la solución perfecta para conservar el tiempo, al eliminar la necesidad de detenerse a buscar agua. Sin embargo, desde la perspectiva del Principito, este tiempo «extra» bien podría ser utilizado para dirigirse directamente a una fuente y saciar la sed de manera más natural.
Capítulo XXIV: La Búsqueda Desesperada de Agua
El Aviador, incapaz de reparar su avión, advierte al Principito que si no encuentran agua, sucumbirán a la sed. A pesar de la gravedad de la situación, el Principito reflexiona que tener un amigo en esos momentos difíciles es reconfortante, incluso si están destinados a enfrentar la muerte juntos.
Juntos, emprenden una búsqueda desesperada en busca de un pozo que les proporcione el preciado líquido. Mientras el Principito se sumerge en pensamientos sobre su querida flor, el Aviador toma la decisión de cargarlo en sus brazos para facilitar la búsqueda.
Finalmente, exhaustos pero determinados, encuentran un pozo que les ofrece el alivio tan esperado.
Capítulo XXV: Conversaciones en el Desierto
Sacian su sed con el agua del pozo, mientras el Principito y el Aviador comparten reflexiones sobre la peculiaridad de los seres humanos. Entre sorbos de agua fresca, el Principito se divierte al observar los dibujos que el Aviador ha creado, encontrando en ellos una conexión con su mundo interior.
La conversación lleva al Principito a recordar que está a punto de cumplirse un año desde su llegada a la Tierra. Un año de descubrimientos, encuentros y lecciones que han transformado su visión del mundo y de sí mismo.
A pesar de la compañía agradable, el deber llama al Aviador, quien debe poner manos a la obra para reparar su avión. Con un último vistazo al amigo que ha encontrado en medio del desierto, el Aviador parte, dejando al Principito con sus pensamientos y recuerdos, pero también con la promesa de un reencuentro.
Capítulo XXVI: La Partida del Principito
Al amanecer, el Aviador vuelve junto al Principito, quien se muestra visiblemente apesadumbrado ante el inminente desenlace. Con palabras cargadas de resignación, el Principito recuerda al Aviador la importancia de mirar las estrellas, pues él pronto habitará una de ellas, junto a su amada flor. Le asegura al Aviador que, esté donde esté, podrá escuchar su risa resonando en cada estrella del firmamento.
Con un gesto de despedida, el Aviador coloca al Principito en el suelo, donde aguarda el encuentro fatídico con la serpiente. En un instante, la vida del Principito se apaga, dejando al Aviador con la carga de la pérdida y el recuerdo de un amigo que ahora habita en el cielo.
Capítulo XXVII: La Esperanza del Aviador
Con el paso de los años, el Aviador hace un descubrimiento que lo conmueve profundamente: encuentra un bozal dibujado por el Principito para el cordero. Este hallazgo lo lleva a reflexionar sobre la posibilidad de que, en algún descuido, el cordero pueda soltarse y dañar la flor que el Principito tanto amaba. A pesar de los años transcurridos y la incertidumbre, el Aviador mantiene viva la esperanza de volver a encontrarse con su amigo perdido.
Dirigiéndose directamente al lector, el Aviador hace un humilde pedido: que le avisen si alguna vez el Principito regresa a la Tierra. Con este último gesto, el Aviador deja entrever su profundo anhelo de reunirse nuevamente con el ser que le enseñó tanto sobre el amor, la amistad y la esencia de la vida.